domingo, 27 de diciembre de 2009

Al tiempo de una despedida

Íbamos llegando, estaba triste, pero sabía que así tenía que ser. Te apoyaste en mí por unos instantes y fui feliz, nada más necesitaba. Si tuviera un poder mágico para poder parar el tiempo, lo habría hecho en ese momento, y me hubiera quedado abrazado a ti por siempre. Pero esas cosas sólo pasan en historias fantásticas, la realidad es más dura.

Llegamos y tu compraste el pasaje. Ida. ¿Y pasaje de vuelta?
Quedaba cerca de media hora antes de que salga el bus. Una última media hora junto a ti.

Son esos momentos que quieres que el tiempo pase lo más lento posible, disfrutar cada segundo, que todo se haga eterno. Pero fue todo lo contrario, esa media hora pareció ni cinco minutos. ¡Maldito tiempo! ¡Cómo se burla!

¿Acaso cuando estamos juntos el tiempo vuela? Si es así no me importaría que mi vida me pareciera apenas una hora, si es que esa hora gracias a ti, es la más feliz de todas. Pero todo se acababa y tenías que dejarme.

¿Está el destino escrito? ¿Nuestra vida está predeterminada desde antes? ¿O nosotros tomamos las riendas de nuestro futuro, y hacemos con él lo que queramos? Y si es así, ¿qué rol cumple el tiempo?

Tú tenías que irte, no podía ser de otra manera. Justo ahora que nuestra historia estaba por comenzar. Por fin empezábamos a crear algo, pero distintas circunstancias se ponen en el camino y no dejan hacer todo lo que uno quiere.

Yo sé que querías quedarte, o al menos eso quiero creer. Querías estar conmigo, pero también sabías que no tenías otra opción. ¿Nuestra historia terminó antes de que comenzará?

Llegó la hora, el bus estaba por partir. Tenías que subir. Tristeza, impotencia me inundaban, y creo que algo similar sentías tú. Nuestros últimos momentos juntos. La hora de la despedida. Un gran abrazo, palabras de cariño y ternura. Miradas sinceras y apenadas. Lo nuestro llegaba a su fin, cuando todavía no comenzaba del todo. Te veías tan linda, tu carita de ángel, con una tímida sonrisa, quería abrazarte y no soltarte más. Tenías que subir. Quizás un beso podría haber comenzado la historia, pero nunca fue. Diste media vuelta y subiste al bus. Cerraron las puertas y el bus empezó a andar.

¿Así terminó todo? ¿Y si te hubiera besado? ¡¿Que habría pasado entonces?!

El terminal seguía su curso habitual, pero para mí, no existía nada más. Sólo tu cara a través de la ventana y tu último saludo antes de desaparecer. La gente pasaba alrededor, pero no podía moverme, en mi mente aún te veía mientras te ibas. No sé cuánto tiempo pasó mientras estuve parado en medio de toda esa gente, viéndote aún en esa ventana del bus, soñando que aún estabas conmigo. Finalmente, desperté de ese ensueño y comencé a moverme. Caminé con rumbo a mi casa, vacía, pensando en lo que pudo ser y no fue.

Ahora como un muerto viviente espero tu regreso. Día y noche, viéndote bajar de ese bus y corriendo hacia mis brazos. Soñar. Espero minuto a minuto tu llegada, poder ver tu carita nuevamente y no dejarte escapar más y por fin darte ese beso, ese beso que tanto me lastima.
Pero, ¿y si no vuelves?

No hay comentarios.: