viernes, 9 de noviembre de 2012

Evocación


Sentado sobre la roca fría en medio de la noche, acompañado por el canto del bosque sumido en penumbras, miro el cielo preguntándome qué será de ese ser que alguna vez cruzó su camino con el mío. Me acompañó en la senda de la vida durante un tiempo, que se podría decir que fue muy poco tiempo, casi insignificante, un grano de arena del reloj de arena que marca nuestra vida. Pero la brevedad no es sinónimo de irrelevancia, sino por el contrario, esos momentos junto a ese ser definieron y me marcaron para siempre. Como una estela que me rodea y que media todo contacto con el mundo externo, tu presencia ha cambiado mi manera de relacionarme con el mundo. ¿Qué será de ti? ¿Cuántas vidas habrás revolucionado? ¿A cuántos les habrás dejado tu marca de fuego? ¿Qué será de ti precioso ser? ¿Seguirás vivo o habrás vuelto a formar parte de las entrañas de la madre tierra? Sea lo que sea, espero que tu vida te haya traído dicha, que lo que buscabas con tanto ahínco y determinación siga inspirándote y dándote un propósito y un sentido para esta vida.

Bajo el cielo estrellado te recuerdo y te evoco junto a mí, y cada estrella fugaz que me ilumina es un saludo desde la distancia, porque sé que en este momento, desde otra parte de la faz de este mundo, te encuentras sobre el suelo frío y húmedo mirando el cielo, como lo hiciste junto a mí tantas veces en esa primavera de hace unos años, cuando nuestros caminos eran uno solo, y nuestros pasos caminaban juntos.

sábado, 30 de junio de 2012

Exilio


Insatisfecho, asqueado de la podredumbre humana decido marcharme de este mundo. Agotado de la inmundicia de lo humano, cansado de un mundo falso y superficial, donde el materialismo y el consumismo atraviesan toda relación.

Me alejo de seres vacíos, deseosos de llenar su agujero interior con productos que sólo producen un alivio pasajero para sus espíritus en decadencia,  pero que no satisfacen el hambre, sino que te hunden y te extraen lo humano cada vez más.

Defraudado del mundo humano me marcho. Siguiendo el camino de Zaratustra, me voy hacia el bosque, hacia el monte, hacia la montaña. Regreso a los orígenes, allá donde ningún humano me pueda encontrar jamás, en busca de mi soledad y mi espíritu.

Anathema - Lost Control

viernes, 22 de junio de 2012

El pasadizo


Ha llegado el momento con el que soñé tantas veces, el que temí por tanto tiempo, pero que siempre supe que hiciera lo que hiciera sería imposible evitarlo. Mi pesadilla hecha realidad. Ante mí se encumbre ella, imponente. Una sensación de pequeñez, de insignificancia, de debilidad se apodera de mis miembros que tiemblan tímidamente. Mis brazos se ponen tensos y pesados, y se me corta el aliento al ver como se pierde mi vista en la oscuridad implacable del túnel que emerge entre las rocas. Ya no hay vuelta atrás, no hay oportunidad para arrepentimientos, mi destino está sentenciado.

Estoy solo, todo lo que he amado, todo lo que he deseado, todo queda atrás. Mis seres queridos, mi amada, ya no son parte más que de mis recuerdos. Todo se ha perdido, solo me he quedado y ya nadie ni nada puede ayudarme. Siento como el amor, el cariño, el calor de los que me han amado poco a poco empieza a desaparecer. En cambio la dureza y la frialdad de la soledad junto con un vacío en mi pecho son las sensaciones que se van ganando apoderando de mi ser. La soledad queda como única compañía, expulsando todo lo cálido, todo lo que da fuerza y aliento.

En estos últimos momentos que me parecen tan cortos, siento como mi espíritu aún se resiste a perder el vínculo con todo lo que he amado, con todo lo que he conocido. Se resiste a perder el lazo con el calor y la ternura del hogar. Pero todo eso ya se ha acabado.

Doy media vuelta, y realizó la última mirada nostálgica hacia lo lejos, allá donde se encuentra mi vida pasada. Me vuelvo a como estaba en un principio y cierro los ojos para despedirme para siempre de todo. Abro los ojos y sigue allí, imponente, arrogante, imperturbable. Y sabiendo que es inevitable, doy el primer paso hacia aquel mundo desconocido, sombrío, frío, terrorífico. Me adentro en la oscuridad de la montaña para no volver nunca más.

martes, 13 de marzo de 2012

Reencuentro

Dicen que uno escribe cuando está herido. Que la mayor inspiración es el dolor. ¿Será por eso que he vuelto a escribir? La necesidad de desahogo hizo que me encontrara conmigo y el papel, y que en ese encuentro amistoso, pero doloroso, cruel y misterioso salgan estas líneas. La verdad que no lo sé del todo, pero en cierta medida debe ser así.

La vida no es fácil, hace mucho tiempo que lo sé, hace tiempo que he probado los tragos amargos de la vida, los momentos difíciles y complicados. Ahora me doy cuenta que las cosas no han cambiado, los problemas y dolores de antaño, sólo han sido reemplazados por otros nuevos y otros no tan nuevos, unos que han resurgido y otros que se han transformado.

El que no haya escrito no quiere decir que no lo haya pasado mal, que no haya sufrido ni he atravesado por tempestades. De hecho sí que fueron tiempos difíciles, sólo que busque vías de escape y consuelo en otras partes, en otras acciones, en otras actividades.

Tengo claro que han sido actividades enajenantes muchas veces, alienantes, espejismos que te dan una sensación dulce por unos momentos, pero que tan sólo son placebos, sólo pequeños engaños para que la vida no sea tan cruda, tan amarga, tan dura.

Algo así debe ser mi gran sueño de escapar de esta sociedad de mierda, irme a vivir a la naturaleza, al bosque, a las praderas, a una isla virgen. Entrar en contacto absoluto con las raíces, con el espíritu, con la vida misma, con lo trascendental, con el principio y el fin de todo, con el éxtasis máximo, con lo absoluto.

Pero de a poco me he dado cuenta que es sólo eso, un sueño, una ilusión, una utopía. Si ya ni existen lugares vírgenes, lugares que no hayan sido contaminados por el hombre, que no hayan sido maltratados, que no hayan sido corrompidos por la sociedad, por el mundo humano. Tan sólo quedará como otra de mis fantasías.

Fantasías que cuando pequeño iluminaban todo un ser, alumbraban el mundo a la vida, pero que con la madurez y el contacto con el mundo adulto se fueron extinguiendo. Poco a poco, día a día, más en contacto con la aspereza de la vida, con el mundo "real".

Pero aun así, aún tengo sueños, utopías y deseos, lo cual me da fuerza para seguir existiendo, para seguir enfrentando el día a día, seguir esta lucha inagotable. Aún no me gana del todo la apatía, me ha tenido entre las cuerdas, pero aún no he caído a la lona. Tengo fuerzas para seguir luchando, para soportar el ritmo alocado de la vida, y mientras esa llama siga encendida aún hay esperanza. Puede que la cuesta se incline cada vez más, pero está en mí la voluntad de seguir adelante. En última instancia, depende de mí.

Eso es lo bueno de encontrarme con el papel, el lápiz y yo mismo, que al final salgo con energías renovadas, que surge algo nuevo del trabajo del sentir, del pensar, del reflexionar y de plasmarlo en una hoja.

Y por lo mismo, esto no se edita.