martes, 13 de marzo de 2012

Reencuentro

Dicen que uno escribe cuando está herido. Que la mayor inspiración es el dolor. ¿Será por eso que he vuelto a escribir? La necesidad de desahogo hizo que me encontrara conmigo y el papel, y que en ese encuentro amistoso, pero doloroso, cruel y misterioso salgan estas líneas. La verdad que no lo sé del todo, pero en cierta medida debe ser así.

La vida no es fácil, hace mucho tiempo que lo sé, hace tiempo que he probado los tragos amargos de la vida, los momentos difíciles y complicados. Ahora me doy cuenta que las cosas no han cambiado, los problemas y dolores de antaño, sólo han sido reemplazados por otros nuevos y otros no tan nuevos, unos que han resurgido y otros que se han transformado.

El que no haya escrito no quiere decir que no lo haya pasado mal, que no haya sufrido ni he atravesado por tempestades. De hecho sí que fueron tiempos difíciles, sólo que busque vías de escape y consuelo en otras partes, en otras acciones, en otras actividades.

Tengo claro que han sido actividades enajenantes muchas veces, alienantes, espejismos que te dan una sensación dulce por unos momentos, pero que tan sólo son placebos, sólo pequeños engaños para que la vida no sea tan cruda, tan amarga, tan dura.

Algo así debe ser mi gran sueño de escapar de esta sociedad de mierda, irme a vivir a la naturaleza, al bosque, a las praderas, a una isla virgen. Entrar en contacto absoluto con las raíces, con el espíritu, con la vida misma, con lo trascendental, con el principio y el fin de todo, con el éxtasis máximo, con lo absoluto.

Pero de a poco me he dado cuenta que es sólo eso, un sueño, una ilusión, una utopía. Si ya ni existen lugares vírgenes, lugares que no hayan sido contaminados por el hombre, que no hayan sido maltratados, que no hayan sido corrompidos por la sociedad, por el mundo humano. Tan sólo quedará como otra de mis fantasías.

Fantasías que cuando pequeño iluminaban todo un ser, alumbraban el mundo a la vida, pero que con la madurez y el contacto con el mundo adulto se fueron extinguiendo. Poco a poco, día a día, más en contacto con la aspereza de la vida, con el mundo "real".

Pero aun así, aún tengo sueños, utopías y deseos, lo cual me da fuerza para seguir existiendo, para seguir enfrentando el día a día, seguir esta lucha inagotable. Aún no me gana del todo la apatía, me ha tenido entre las cuerdas, pero aún no he caído a la lona. Tengo fuerzas para seguir luchando, para soportar el ritmo alocado de la vida, y mientras esa llama siga encendida aún hay esperanza. Puede que la cuesta se incline cada vez más, pero está en mí la voluntad de seguir adelante. En última instancia, depende de mí.

Eso es lo bueno de encontrarme con el papel, el lápiz y yo mismo, que al final salgo con energías renovadas, que surge algo nuevo del trabajo del sentir, del pensar, del reflexionar y de plasmarlo en una hoja.

Y por lo mismo, esto no se edita.