lunes, 4 de abril de 2011

Mi utopía de educación

Desde que el ser humano se estableció para formar la vida en sociedad, la educación ha sido el pilar de la supervivencia del sistema de vida, a través de la enseñanza de las tradiciones, las pautas culturales, los oficios, etc., por parte de los ancianos cargados de sabiduría encargados de pasar estos conocimientos a las nuevas generaciones. Avanzando en la historia la educación se institucionalizó y se constituyó como un subsistema propio, a su vez, interrelacionado con los otros subsistemas (político, económico, social, cultural, etc.) para formar parte de un sistema global.

La educación al formar parte de un sistema global, en el que todas sus partes funcionan en concordancia en un gran entramado, está subordinada a la supervivencia de ese sistema. Por lo mismo podemos ver que la educación actualmente se concentra en producir sujetos funcionales al sistema, lo que se traduce en sujetos productivos, pasivos, sin conciencia de sí mismos y su alrededor, expertos en un consumismo empedernido e irracional, con un endiosamiento sobre lo material, y como valor fundamental el individualismo y la competitividad. Esto es así ya que está acorde a la ideología neoliberal que domina al mundo. Dentro de este marco la educación promueve y promete el camino al éxito, a la consagración profesional y económica, basado en un éxito que se traduce en la superación y derrota del prójimo, donde cada persona ajena a uno se transforma en un rival más. La educación en este sentido, al estar al servicio de los centros de poder, se transforma en el mecanismo de excelencia de la homogenización de la sociedad, se estandariza a las personas junto con sus sueños y deseos. Se enseña la visión de mundo que más le acomoda y conviene al sistema imperante, se plantean los límites al pensamiento y se enseña lo que es correcto o incorrecto, bueno o malo. En definitiva, se moldea el sujeto que más le conviene a un sistema basado en la explotación, deshumanización, injusticia, crueldad, favorable a unos pocos, y desfavorable a la mayoría, en definitiva a un sistema totalmente basado en la irracionalidad.

De esta forma el sistema educacional en su función homogeneizante y aturdidora reproduce una concepción bancaria en su proceso de enseñanza. De esta forma se promueve un conocimiento absoluto y estático, que se adquiere mediante la transmisión por parte de aquellos sabios conocedores de la verdad a los educandos en su posición de ignorantes. Mediante este proceso de opresión se embrutece, se restringe el pensar y la reflexión, y se forma el sujeto pasivo falto de una conciencia crítica. De esta forma la educación refleja y reproduce la estructura del poder.

“La educación como práctica de la dominación que hemos venido criticando, al mantener la ingenuidad de los educandos, lo que pretende, dentro de su marco ideológico, es indoctrinarlos en el sentido de su acomodación al mundo de la opresión” (Freire, 1970).

Es así como bajo este panorama no es de extrañar que cotidianamente se vivan sucesos como el de Hans Giebenrath que Hermann Hesse nos relata en su Bajo las Ruedas. (Hesse, 1906).

El sentido que para mí debería tener la educación dista mucho de lo que ocurre actualmente. De partida mi utopía educacional no se aplica a un sistema como en el que nos encontramos. En principio no estaría al servicio del sistema, no respondería a ser el proceso para formar simples productos necesarios para mantener el funcionamiento del sistema. Mi perspectiva es totalmente distinta.

Para mi la educación debería ser un proceso que dura toda nuestra vida, ya que toda nuestra vida estamos aprendiendo nuevas cosas, como dice el refrán “cada día se aprende algo nuevo”. Pero por sobretodo la educación debe servir como una herramienta facilitadora para poder ayudar a que cada sujeto desarrolle sus propias potencialidades determinadas por sus sueños e intereses. Sería una búsqueda individual pero que sea hace en relación y con todos. Las distintas inquietudes que a cada uno le van surgiendo a lo largo de la vida, deberían ser desarrolladas por cada sujeto. Es decir, cada sujeto se podría desarrollar en el arte, en el deporte, en las ciencias, en la literatura, en distintos oficios, etc., pero más que por una necesidad vital de tener con que en la adultez poder subsistir mediante un empleo, sea una búsqueda a nivel cultural, espiritual, físico, mental, etc., en definitiva, que abarque todas las distintas potencialidades que cada sujeto tiene.

En esta búsqueda que en principio es individual – ya que satisface las inquietudes que cada uno tiene –, el camino por el cual llegar al conocimiento, a un estado desarrollado del sujeto, debe ser en contacto con los otros. Nadie puede aprender en soledad, ya que el conocimiento es construido por todos los actores sociales, el conocimiento se construye en sociedad. La educación cumpliría una función liberadora del sujeto, ya que el sujeto sería libre para seguir su propio camino, su propia senda. De esta forma no debería existir, como pasa hoy en día por ejemplo, que muchos estudiantes elijan ciertas carreras o profesiones debido a la retribución económica que tal profesión otorga, sino que se elegirían (entendiendo de que existiría en mi utopía establecimientos educacionales) simplemente por inquietudes propias, por las distintas cosas que a las personas las motiva e interesa. Es así como las personas podrían pensar y problematizar sobre sus propias vidas, sobre lo que les gusta y lo que no, lo que les atrae y no, en definitiva lo que quieren para sus vidas.



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