viernes, 19 de junio de 2009

Un fin sin fin

Una vez más solo. Perdido en este inmenso océano. Cuan insignificante me siento en este instante, cuan insignificante es el ser humano en esta inmensidad que lo aborda y lo consume todo. Juntos eramos algo, teníamos una corporeidad que se hacía visible entre esta fría inmensidad azul. Pero esta misma corporeidad producto de las desestabilidades internas colapsó, y explotó dispersando cada una de sus partes insignificantes, dejando desemparado a cada uno, perdido y solo. Así es como llegue aquí. Es sorprendente que ahora que hago una mirada retrospectiva puedo entender lo que pasó cuando nos encontrábamos aún unidos y siendo algo en la inmensidad. Pero cuando nos encontrábamos unidos, ninguno de nosotros pudo darse cuenta de lo que estábamos haciendo, ninguno puedo advertir que si seguíamos así pronto todo iba a colapsar, que si nadie se daba cuenta y avisaba a los demás de lo que pasaba pronto llegaría el fin. Y así fue.

Somos tan ciegos, nos sentimos tan poderosos, somos tan egoístas que sólo nos interesa nuestro propio bienestar inmediato. No somos capaces de mirar hacia el lado y tender la mano al que necesita un poco de ayuda. Cada uno quiere sobresalir y hacerse valer por sobre los demás. Si todos juntáramos fuerzas, todo estaría mejor. Pero ya es demasiado tarde, ya todo se disolvió y cada uno debe estar desesperado y aterrorizado por lo que ha pasado.

¿Nos encontraremos alguna vez? ¿Podremos tener un nuevo comienzo para poder superar todos nuestros errores? No lo sé y no quiero saberlo tampoco.

En este momento de soledad y sufrimiento, tan sólo me preocuparé de reflexionar acerca de lo sucedido y sobre la vida misma, si es que ha existido alguna vez la vida.
¿Qué somos?
Por el momento no somos nada, valemos nada. Somos muy insignificantes para valer algo ante este vasto océano.

Seguiré perdido y solo en un tiempo sin tiempo. Tan sólo queda pagar por lo hecho y mientras nado por el océano, pensaré en cada uno de esos momentos en que pudo ser algo mejor, pero por nuestra estupidez, lo dejamos pasar y aceleramos nuestro final.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Somos tan ciegos, nos sentimos tan poderosos, somos tan egoístas que sólo nos interesa nuestro propio bienestar inmediato. No somos capaces de mirar hacia el lado y tender la mano al que necesita un poco de ayuda. Cada uno quiere sobresalir y hacerse valer por sobre los demás. Si todos juntáramos fuerzas, todo estaría mejor. Pero ya es demasiado tarde, ya todo se disolvió y cada uno debe estar desesperado y aterrorizado por lo que ha pasado.

Anónimo dijo...

tú diste el fin...