martes, 7 de abril de 2009

El canto del río

Estaba sentado en la hierba apoyado sobre el tronco de un árbol, al borde de un pequeño río que venía desde las altas montañas nevadas. Escuchaba el dulce cantar del río, que traía consigo las melodías más hermosas de distancias inimaginables. Poco a poco dejándose llevar por aquellas melodías deleitantes se fue perdiendo a sí mismo, para entrar en un sueño donde le aparecían los recuerdos que se había obligado a dejar atrás.

La voz de ella le susurraba nuevamente al oído, dulce como la fruta madura y delicada como el cristal. Cada sonido que escuchaba dentro de su cabeza lo atormentaba, a pesar de que los recuerdos eran felices. Recuerdos llenos de colores y bañados de alegría, pero el sentimiento que lo abrumaba era de tristeza, frustación, melancolía y odio. Cada segundo que pasaba sufría más y no soportaba ver aquellas imágenes felices de esas tardes con su amada, esas imágenes de aquellas noches de pasión donde sus cuerpos se fundían, y sobretodo aquella voz, esa terrible pero hermosa voz. Aquél ya no era un sueño, era de las más horribles pesadillas.

Es que al hombre le cuesta mucho poder enfrentar el pasado, poder aceptar que si hubiera sido más sincero, más cuidadoso, más empático, su vida podría ser totalmente distinta, sin duda podría tener una vida feliz. Si tan sólo supieran cuidar las cosas que tienen y las cosas que realmente tienen valor, las cosas que al final le dan significado a nuestras vidas. Pero todos caen en la tentación, en el desenfreno de placeres pasajeros y fáciles, y luego cuando se dan cuenta de que se han ido por el lado equivocado, ya no hay vuelta atrás.

En eso se despertó, se sentía aliviado de haber escapado de aquel sueño atroz. El sol estaba un poco más abajo, pero no habría pasado mucho tiempo. Ya sentía que todo estaba volviendo a la normalidad y se acomodó nuevamente en el tronco, cuando sintió el susurro otra vez. El escalofrío le paralizó todo el cuerpo, y trató de despertar de esa pesadilla horrible, y el horror lo cubrió todo cuando se dio cuenta de que ya no estaba dormido, escuchaba el susurro estando completamente despierto.

Se dio cuenta que el río, ese hermoso y caudaloso río traía consigo el susurro espantoso.
Cuando un recuerdo escapa de las profundidades de la mente, sale para no esconderse nunca y atormentar por el resto de los días a su dueño.
Estaba desesperado, no sabía que hacer, y en el caos en que se encontraba, se abalanzó al borde del río para mojarse la cara y poder quizás de esa manera escapar de su tormento. Pero lo que siguió, ni en sus sueños y pesadillas más desenfrenadas lo había experimentado. Al acercarse al borde del pequeño río, vio en las aguas tortuosas del río, el rostro frío y hermoso de su amada de tantas lunas atrás. Pensaba que estaba enloqueciendo y en preciso instante, su amada salió del agua y lo arrastró consigo. Cayó estrepitosamente al agua, pero el río concentrado en su canto ni se perturbó. Y así recorrió todo el mundo siempre junto a su amada y su canto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

haha ta bien bueno... pense q le iba a pasar lo del rio mapocho q te conte de mi cuento :P.. pero tuvo un final mucho mas feliz... yo sere el rio