martes, 21 de agosto de 2007

El último respiro... junto a tí.

Miré hacia el cielo y supe que estaba llegando el día. Pero a pesar del terror que debería invadirme en esos momentos, mi preocupación estaba centrada en otra cosa.
No la veía, no la podía encontrar por ninguna parte y sentía como la adrenalina y la desesperación se apoderaban de mi cuerpo, luché con todas mis fuerzas para poder dominar mis emociones, que si me dejaba influenciar por ellas seguro se iba a acabar todo para mi.
Empecé tratar de recordar y revivir los momentos en mi mente del último momento antes de separarnos. No podía recordar nada y el terror nuevamente comenzaba a invadirme, pero una vez más me resistí a su poder y no pudo dominarme.
No me quedó más que correr en su busca de la forma desesperada y rápida posible, ya que el tiempo corría y cada vez quedaba menos tiempo para el final. A mi alrededor veía un panorama cubierto de terror, desesperanza, dolor y sufrimiento. Los cuerpos caídos, y gente llorando alrededor de ellos, de los muchos que habían me fijé en un pequeño que estaba llorando sobre el cuerpo de su madre abrazando a su pequeña hermanita, me dieron unas ganas enormes de poder cobijarlo, pero no podía, no era el momento, y me dio lastima pensar que nunca iba a poder hacerlo, pero no me quedaba otra opción.
Cada vez la desesperación volvía para apoderarse de mi y las lágrimas empezaban a entorpecer la búsqueda que mis ojos hacían arrebatadamente.
Era tanto mi dolor y desesperación que la sangre, el fuego, la destrucción, todo lo aterrador del entorno apenas lo podía percibir. Me costaba avanzar, ya que el camino estaba lleno de cuerpos, sangre, autos en llamas, piedras de los derrumbes y miles de cosas más que entorpecían mi camino.
De repente mientras iba corriendo algo me golpeó la pierna y caí encima de los cuerpos de dos abuelos abrazados, me di vuelta para ver que cosa me golpeó y para mi asombro era una persona moribunda que me hacia señas para que vaya hacia él, no sé porqué motivo le hice caso y fui donde él. Me acerque para que me hablara y para mi sorpresa me dijo que agarrara el arma tirada a un costado de él y que lo apartara de su sufrimiento y lo deje descansar en paz. No sabía que hacer y me quedé varios segundos inmóvil, él me hacía señas para que por favor lo hiciera pero en ese momento me acordé de ella, y empezó a pasar por mi cabeza un recuento con miles de imagenes desde el día en que nos conocimos, nuestro primer beso, nuestra primera noche juntos hasta el momento en que nos separamos. ¡Ahora me acordaba de donde se encontraba!. Sin vacilar agarré el arma, se la dejé en sus manos, y salí corriendo. No pude hacerle el favor, pero me imaginó que él hizo la otra mitad del trabajo. Corrí desesperado, sin vacilar, esquivando los obstáculos, las explosiones y todo el caos que se vivía.
Finalmente a los lejos, en la loma vi alumbrar por el cielo rojo y escalofriante, nuestro árbol.
Llegué ahí y la vi, estaba apoyada sobre el tronco del árbol, se encontraba en muy mal estado, la abracé y me senté a su lado, apoyé su cuerpecito sobre mi pecho y me logró mirar, mencionó unas palabras que logré apreciar: "Te Amo, no me abandones nunca". Después de eso, dio su último respiro y su cuerpo sin vida se dejó caer sobre mi. La abracé y miré hacia el cielo, esperando que acabará todo. A pesar de todo estaba tranquilo porque sabía que en unos minutos más iba a estar con ella de nuevo aunque sea en otro lugar.

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